En México tenemos una importante extensión gastronómica, pero es tanta que existen ingredientes y hasta platillos que no conocemos del todo. Desde las regiones del norte hasta el sur, el clima es uno de los factores que hace florecer estos poco conocidos sabores. Te presentamos una pequeña lista de los ubicados en Tamaulipas.
Mahuacatas (o maguacatas)
Son vainas parecidas a las de las habas, que crecen como semilla del árbol de ébano. Son buena fuente de vitamina C, así como de proteínas y carbohidratos. La mejor forma de consumirlas es tostadas con un poco de sal, el snack perfecto para una tarde calurosa junto con una cerveza o bien, hervidas para llenar ese vacío después de la comida.
Jacubos (o jacubes)
Es una cactácea alargada que, al momento de picarla, tiene la forma de cruz o estrella. Similares a los nopales, sus flores y frutos también son comestibles. Esta especie tiene múltiples usos: medicinal, ornamental (para cercos) y para cocinar. Se prepara en distintos platillos; con frijoles y epazote, en carne con chile, en ensalada con jitomate, con huevos para el desayuno. Hay un sinfín de recetas, unas más elaboradas que otras, pero todas deliciosas.
Pepinillos del monte
Es una planta de tallo delgado que da como frutos estos pepinillos con pequeñas púas que no son peligrosas. En algunos lugares, son utilizados como remedio natural para el malestar estomacal; además, su sabor es parecido al del pepino común.
Muchas personas los comen en ensaladas, mientras que otros lo utilizan en guisos con carne de res y salsa verde.
Tepolilla
De la familia de las cactáceas, es conocida por sus flores de un violeta intenso, pero es el fruto el que se consume. Parecido a una tuna, su interior es similar al del kiwi, pues las semillas son de color negro y la pulpa es de un tono blancuzco. Los tamaulipecos acostumbran consumirlo en helado.
Flor de pita (“chochas” de la palma yuca)
Son flores blancas, numerosas, vistosas y de gran tamaño, que crecen en la palma yuca, usualmente en matorrales y selvas bajas con terreno plano. Los antepasados les atribuían propiedades curativas. Esta flor codiciada se da en la región del altiplano tamaulipeco entre los meses de enero y febrero.
Es bastante común encontrarlas en diversos platillos de la región; se guisan directamente en aceite o manteca con un poco de ajo, cebolla, comino, jitomate, chile y pimienta. Pero solo aquellas que aún no han abierto se cocinan, pues aquellas en flor tienen un sabor amargo.