No todo son pescados y mariscos durante la Cuaresma: también podemos encontrar deliciosos postres mexicanos tradicionales que hemos aprendido de nuestras abuelitas y mamás.
¿Te suena la capirotada, la torrija o el budín? Estos son sólo algunos de los más deliciosos de esta temporada. Y hoy te invitamos a prepararlos de manera deliciosa. ¡Conoce las recetas!
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Postres mexicanos tradicionales
Capirotada
Es un pan tostado o añejo (generalmente, de bolillo) que se deshidrata y se corta en rodajas, las cuales se ponen a cocer junto con trozos de plátano, pasas, guayaba, nueces y cacahuate. Posteriormente, se baña con jarabe de piloncillo y se acompaña con queso de mesa rallado. Hay estados en que su preparación puede variar, por ejemplo, en Zacatecas suelen añadirle merengue, y en Jalisco le agregan leche para darle una consistencia más cremosa. Sinaloa y Sonora se distinguen por integrar en su capirotada el dulce de biznaga, que le da un sabor realmente especial.
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Torrijas
Es muy habitual encontrarlas en los escaparates de las pastelerías durante la Cuaresma y especialmente en Semana Santa Sin embargo, las torrijas, tal y como las conocemos ahora, tienen su origen en el siglo XV, naciendo como una costumbre, aunque no lo creas, muy lejana de la celebración de la Semana Santa. Estos dulces desde entonces se elaboraban con pan duro, azúcar, huevos, vino o leche, y se preparaban con el objetivo de aliviar el dolor de las mujeres que acababan de dar a luz y para favorecer su recuperación. No se sabe a ciencia cierta cómo este dulce pasó a ser una tradición de la Cuaresma y la Semana Santa. Lo que si se sabe es que era un alimento saciante y calórico que le aportaba energía a la gente. Te interesa: 6 recetas de deliciosos tacos de pescado para la Cuaresma
Alegrías de amaranto
Es un dulce típico mexicano muy común en las plazas públicas y también en los atrios de las iglesias (puede que por esta razón se asocie con las celebraciones de Cuaresma y Semana Santa). Sin embargo, su asociación con la divinidad va más allá de época contemporánea: para los mexicas, la semilla de amaranto era sagrada, tanto que la usaban para hacer la figura de Huitzilopochtli. Hernán Cortés prohibió su consumo, ya que después de sus ceremonias solían cortar la figura del dios en pedazos y comerla (como si se tratara de una comunión católica). No obstante, su cultivo siguió con el paso de los años y ahora podemos disfrutarla no sólo en Cuaresma, sino todo el año. Sigue leyendo: 24 recetas de ensaladas saludables para Cuaresma