La cocina tradicional mexicana, basada en los principios de la comida prehispánica, podría ser una de las más saludables y completas del mundo. Desafortunadamente, la costumbre de cocinar en casa diariamente con insumos naturales se ha ido perdiendo, debido a la aceptación de la comida rápida y a que muchos ingredientes se han convertido en parte de la industrialización, lo que ha derivado en problemas de sobrepeso, metabólicos y cardíacos.
La gastronomía mexicana tuvo el honor de ser la primera cocina de un país en el mundo en ser reconocida por el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, en 2010, debido a su diversidad y a su importante papel en la cultura.
Con este importante nombramiento, vale la pena darle un merecido lugar a las salsas mexicanas, cuyos ingredientes principales son los jitomates, los tomates, chiles secos y frescos que contienen capsaicina; la cebolla, el cilantro y el ajo, todos ellos ricas fuentes de antioxidantes, vitaminas, minerales y otros compuestos bioactivos que protegen contra las enfermedades crónicas.
Las mejores salsas que se llevan con todo
México es hogar de una amplia gama de recetas de salsas, que abarcan desde las dulces hasta las picantes, y que pueden ser crudas, fritas, cocidas, molcajeteadas o asadas, e incluso, algunas contienen alcohol y otras animales, como los jumiles (o chumiles); y en su amplio universo existen tres salsas que son particularmente populares y que casi siempre están presentes en las mesas de las casas mexicanas: la salsa verde, la salsa roja y el pico de gallo, y aquí te dejamos unas sencillas recetas para que las disfrutes.
Salsa de jitomate asada
- 5 jitomates lavados
- 2 o 3 chiles serranos
- 1 diente de ajo
- Sal al gusto
En un comal a fuego medio se colocan los jitomates para asarlos, moviéndolos ocasionalmente para evitar que se quemen y se cocinen parejo. Ahí mismo se colocan los chiles serranos y el ajo.
Cuando los jitomates y los chiles ya se ven asados y la piel se despega, es hora de quitarlos del fuego y colocarlos en un paño o plato limpio. El ajo tampoco debe quemarse. Una vez que llegaron a temperatura ambiente, se les quita la piel y se colocan en el vaso de la licuadora, con el diente de ajo.
Se agrega un poquito de agua, se sazona con sal y se muelen. La consistencia es al gusto, pero debe quedar con cuerpo.
Pico de gallo
- 4 jitomates
- ¼ de cebolla
- 2 chiles serranos o cuaresmeños
- Unos ramitos de cilantro
- Aceite de oliva (opcional)
- Limón (opcional)
- Sal al gusto
Todas las verduras y el cilantro, bien lavados, se pican finamente y se vacían en un tazón pequeño. Si comen chile, la opción es el chile serrano, de lo contrario, con un cuaresmeño está perfecto, ya que da sabor y pica menos.
Se sazona con sal al gusto. El aceite de oliva y unas gotitas de limón añaden sabor y dan un sabor diferente.
Salsa verde hervida
- 6 tomates
- 2 chiles serranos
- ¼ de cebolla
- cilantro
- 1 diente de ajo
En una cacerola con agua limpia, se ponen a hervir los tomates y los chiles. Cuando han cambiado de color y están suavizados, se colocan en el vaso de la licuadora y se añaden la cebolla, el diente de ajo y el cilantro. Se muele con un poco de sal al gusto. Si la prefieren más líquida, se puede agregar un poco de agua en el que la verdura se puso a hervir.
