En la actualidad, algunas personas padecen de intolerancia a la lactosa, que es la incapacidad para digerir el azúcar de la leche. Su mala absorción se debe a la ausencia de lactasa, una enzima presenta en el intestino que ayuda a degradar correctamente la lactosa. La intolerancia a la lactosa puede ocasionar síntomas gastrointestinales desagradables, los principales son dolor abdominal, inflamación, distención, diarrea, gases, entre otros. Estos malestares suelen generar el rechazo de los lácteos entre los consumidores. Sin embargo, ser intolerante a la lactosa no implica eliminar los lácteos de la dieta, existen muchas alternativas lácteas para personas que no pueden tomar leche, entre ellas se encuentran los productos lácteos fermentados. Te puede interesar: ¿La leche protege los huesos?
¿Qué puedo tomar si tengo intolerancia a la lactosa?
Los lácteos fermentados con bacterias probióticas como los lactobacilos son recomendados para las personas con un grado bajo de intolerancia a la lactosa por su reducida cantidad de este azúcar en comparación con otros lácteos como la leche. Debes saber que los lácteos fermentados son aquellos que surgen de fermentar la leche con microorganismos vivos, principalmente bacterias y se toleran mejor que la leche por su menor cantidad de lactosa y, por consiguiente, están recomendadas para los grados más leves de intolerancia. Estas bacterias probióticas son capaces de llegar vivas al intestino, donde ayudan a digerir la lactosa restante, y además proporcionan efectos benéficos a la salud:
- Mejoran la digestión.
- Mantienen el buen funcionamiento del sistema inmune a nivel gastrointestinal.
- Previenen infecciones gastrointestinales.
- Disminuyen molestias del estreñimiento.
Ahora te toca a ti, ponte creativo y dale un empuje a tu salud gastrointestinal a través del consumo diario de lácteos fermentados con lactobacilos. Descubre más información valiosa para cuidar de tu salud y nutrición en Cocina Fácil Suscríbete a tus revistas favoritas en tususcripcion.com