Seguramente, en alguna ocasión escuchaste sobre los probióticos y los beneficios que tienen para el organismo. Y quizá también hayas escuchado de los prebióticos. El nombre es muy parecido pero, ¿son lo mismo?
En los últimos años se ha descubierto que existen ciertos alimentos que, además de ofrecer la nutrición básica, tienen efectos positivos adicionales en nuestra salud, son llamados alimentos funcionales.
Estos favorecen el bienestar y pueden incluso reducir el riesgo de sufrir ciertas enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer y la osteoporosis. Vienen adicionados con nutrientes que no estarían presentes de manera “natural” (como los yogures con probióticos).
Lo más usado en los alimentos funcionales es añadir componentes biológicamente activos (como los probióticos y prebióticos), minerales, antioxidantes (como las vitaminas A, C, E), ácidos grasos y fibra.
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Prebióticos, ¿qué son y dónde se encuentran?
Este tipo de alimentos estimulan el crecimiento de cepas de bacterias benéficas para la salud intestinal, a la vez que inhiben el crecimiento de bacterias que son potencialmente dañinas para el intestino.
Los prebióticos generan una masa de bacterias saludables y un pH óptimo. Algunos alimentos que los contienen de manera natural son los espárragos, plátanos, poros, el ajo, la cebolla, la soya y la avena, por mencionar algunos.
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Probióticos, “a favor de la vida”
Son microorganismos vivos (bacterias) que, en cantidades adecuadas, ofrecen beneficios sobre la salud de quienes lo consumen. Estas bacterias se añaden a alimentos funcionales, principalmente en dos géneros: lactobacillus y bifidobacterium.
Entre sus beneficios están el ayudar al equilibrio de la flora intestinal, favorecer el mejor aprovechamiento de nutrientes, regularizar el tránsito intestinal, proteger contra gérmenes patógenos, estimular el sistema inmunológico y disminuir la intolerancia a la lactosa. Encuéntralos en yogures y bebidas lácteas.
Cada vez surgen más estudios científicos que comprueban los efectos positivos de los probióticos. Además de mejorar la salud gastrointestinal, ayudan a reducir los síntomas de la diarrea infecciosa y del intestino irritable.
Otro beneficio que se les adjudica a los probióticos es que son capaces de estimular el sistema autoinmune, aunque aún no existe una postura contundente al respecto.
Estas afirmaciones se basan en investigaciones que muestran evidencia de que los probióticos pueden ayudar a prevenir el desarrollo de ciertas alergias como la dermatitis.
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