Una alimentación saludable
Mantente saludable comiendo bien.
Alimentarse saludablemente significa consumir alimentos que aporten al organismo lo indispensable para desarrollarse, regenerarse y desempeñar todas sus funciones. El comer bien, además de proporcionarnos lo necesario para sentirnos con energía, nos ayuda a conservar o mejorar nuestra salud.
Muchas de las enfermedades que aquejan actualmente a los seres humanos se podrían prevenir mediante una alimentación más sana, aunada a la realización de alguna actividad física. De ahí la importancia de adoptar hábitos alimenticios más sanos en nuestra vida y transmitirlos a las próximas generaciones.
Los principales factores para el desarrollo de la obesidad y algunas enfermedades son los malos hábitos alimenticios: no desayunar; comer a deshoras; no incluir en la dieta frutas, verduras, cereales y leguminosas; consumir grasa y azúcar en exceso; no hacer ejercicio y abusar del alcohol, entre otros.
Un estilo de vida que incluya hábitos de alimentación saludables y ejercicio regular es la mejor forma de prevenir la obesidad y por lo tanto de disminuir el riesgo de presentar enfermedades crónicas.
Para las personas que ya padecen alguna enfermedad de este tipo, alimentarse bien y realizar ejercicio con regularidad les ayudará a controlar su enfermedad y evitará el riesgo de complicaciones.
Prevención: lo más importante
Poniendo en práctica algunos cambios en la alimentación y en el estilo de vida, se puede prevenir la mayoría de las enfermedades que afectan a muchos mexicanos. Las mujeres tenemos la gran oportunidad de ver por nuestra salud y la de nuestra familia; para ello aquí tienes estas recomendaciones:
- Haz 3 comidas al día con horarios regulares.
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Recuerda que el desayuno es muy importante.
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Bebe alrededor de 2 litros de agua simple todos los días.
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Realiza ejercicio por lo menos tres veces a la semana.
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Procura dormir el tiempo suficiente para sentirte descansada.
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Manten un peso saludable y adecuado a tu edad y estatura.
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Aumenta la cantidad de fibra en tu dieta.
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Prefiere cereales integrales, avena, cereales comerciales altos en fibra y enriquecidos con vitaminas y minerales, tortillas de maíz, pan integral y leguminosas.
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Consume de 2 a 3 raciones de frutas y verduras al día (de preferencia crudas y sin quitarles la cáscara).
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Elige productos lácteos bajos en grasa.
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Modera el consumo de vísceras, carnes donde la grasa sea evidente a la vista, embutidos y productos ahumados.
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Cocina con menor frecuencia alimentos fritos, capeados o empanizados.
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Utiliza las grasas con moderación: mantequilla, manteca, mayonesa, aderezos, crema, aceite, nata, salsas cremosas, etc.
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Mide tu ingesta de alcohol.
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Disminuye el consumo de azúcares, refrescos, botanas, dulces y pastelitos (tartas, pasteles, donas, helados, nieves, galletas rellenas, cereales cubiertos con azúcar o chocolate, bombones, chocolates, mermeladas, botanas fritas).
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Limita el uso de la sal.
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Reduce el consumo de productos enlatados.
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Realízate una revisión médica anual antes de los 40 años si tienes sobrepeso, y después de haberlos cumplido para conocer tus cifras de colesterol, triglicéridos, glucosa y presión arterial.
Como se puede apreciar, la mejor acción que podemos hacer en beneficio propio y de nuestros seres queridos es tener buenos hábitos de alimentación y practicar ejercicio regularmente.
¡Nunca es tarde para empezar!
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