Falsas creencias sobre la alimentación de los niños

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Una de las grandes preocupaciones que surgen cuando te conviertes en madre o padre es el hecho de saber cuidar correctamente a tus hijos, procuras darles siempre lo mejor para que crezcan sanos; uno de los principales problemas a los que te enfrentas es a todos esos mitos, creencias y realidades que se han pasado de generación en generación, sobre todo cuando de alimentación hablamos, y que, por lógica, todos aquellos que ya fueron padres siempre terminan enseñando a las futuras generaciones, pero, ¿estas creencias son realmente ciertas?

Si eres padre primerizo o estás pasando nuevamente por esta etapa, seguro estás con muchos temores encima, pero realmente no hay por qué tenerlos, siempre la información certera será tu mejor aliado y, para quitarte un peso más, aquí te dejamos algunas de las falsas creencias sobre la alimentación de los niños que debes eliminar por completo de tu vida sin importar lo que las “madres expertas” digan, recuerda que la salud de tus pequeños no es un juego y no hay mejor remedio para su salud que la información.

Falsas creencias sobre la alimentación de los niños

Si no come no crece

Este mito es de los más comunes, ya que muchos padres argumentan que si un niño no comen no tendrán los nutrientes que su cuerpo necesita para crecer “sano y fuerte”, así que, en su mayoría, terminan recurriendo a suplementos alimenticios que no necesitan, pero la realidad es que esto no es así estos productos lo que hacen es abusar del miedo que los padres sienten por la “desnutrición” de sus hijos y los llevan a adquirir estos productos.

Lo que los especialistas dicen es que, en realidad, no tiene por qué existir ningún déficit en los niños, ya que todas las necesidades nutricionales se cubren si la alimentación es adecuada y saludable; si el niño está contento, responde a estímulos y está activo no hay de qué preocuparse. Hay que quitarse estos temores porque, normalmente, con tal de que los niños coman caemos en el error de “complementar” su dieta o, peor aún, ofrecer alimentos apetecibles para ellos, aunque sean insanos, con tal de que coman.

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Obligar al niño a comer

Este punto va de la mano con el anterior, ya que el miedo por que el niño crezca con algún problema por no llevar una “buena alimentación” nos lleva a obligarlos a comer, pero con esto lo único que provocamos es que el pequeño tenga un rechazo hacia la comida, lo que lleva a provocar alteraciones o malas relaciones con la comida. Lo importante es hacer partícipe al niño en su alimentación explicándole porqué es importante que coma, haciéndolo responsable, pero nunca se debe de obligarlo a hacer algo que no quiera.

El desayuno no es la comida más importante del día

Esta es una de las creencias sobre la alimentación de los niños y adultos más antigua y medio falsa de todas, ya que el desayuno se vuelve el alimento más importante del día sólo si este será el único que se vaya a realizar. En cuanto a los niños, no es realmente esencial que estos desayunen si no quieren, ya que muchas veces esto los lleva a ingerir alimento insano con tal de que lo hagan, si son pequeños que ya asisten a la escuela, no tienes mucho de qué preocuparte, ya que ahí tendrán una alimentación y, si todavía no asisten, más tarde ya tendrán hambre. Se puede esperar entre 90 o 120 minutos sin alimento sin sufrir algún trastorno serio.

La realidad aquí no es que el niño no desayune, sino que lo hace de manera diferida o en dos tiempos.

Los purés y la salsa papillas no los alimentan mejor

Es recomendable que a partir de los 6 meses los bebés comiencen a ingerir alimentos más sólidos, por lo que los pediatras siempre dotan a los padres con una cosa complicada tabla alimenticia con las cantidades de alimentos procesados en forma de puré o papilla que los bebés deben ingerir cuando comienzan con la alimentación complementaria, pero la realidad es que estos preparados no son necesarios, ya que él mismos bebé tiene la capacidad de crear una alimentación guiada, misma que se convierte en una guía para los padres, donde se aprende a respetar las sensaciones de hambre y saciedad del niño dejando que elija qué, cuánto y cuándo comer, porque solo él sabe lo que realmente necesita, obviamente la respinsabilidad como padre recae en él hecho de ofrecerle comida saludable. Sí la introducción de alimento sólido del bebé se posterga más allá de los nueve meses, puede provocar el rechazo a dichos alimentos hasta una edad mucho más tardía y reducir los gustos alimenticios.

Cuando se le da un puré o papilla al bebé, no sólo se limita que manipulen, huelan, jueguen y que saboreen los alimentos, sino que aumentamos el valor calórico que les damos en una sola ingesta, ya que no sabemos qué tanto cabe en su estómago tan pequeño, por lo tanto la mezcla de muchos alimentos provoca su aumento de peso.

La leche materna SIEMPRE es buena

Existe la tonta creencia qué hay leche materna buena y leche materna mala, pero, en realidad, la leche materna siempre será buena, lo que es malo son todos aquellos inventos de leche artificial, ya que la síntesis de leche materna depende de la succión del bebé y contiene todos los nutrientes que el niño necesita para su desarrollo y crecimiento. La leche materna es el único “superalimento” o alimento imprescindible, el más completo y el que más beneficios tiene.

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Es preferible evitar sales y azúcares

Cuando se es bebé se comienza a tener el primer contacto con los alimentos, por lo que es recomendable que este sea sin intermediarios, es decir, sin azúcares o sales que realcen el sabor, ya que lo mejor es que en primera instancia los niños conozcan el sabor original de los alimentos. La sal, las grasas y el azúcar hacen que los alimentos sean más agradables al paladar, por lo tanto nos insistan a querer comer aún más, pero, al ser la primera vez en la vida que se ingerirán estos alimentos, es preferible que el primer contacto de los bebés sea al natural, la capacidad innata de los niños de preferir alimentos dulces de pierde con el tiempo, por lo que cuánto menos se les dé será mejor.

Es recomendable evitar estas sustancias hasta, por lo menos, el año, después de ese momento la utilización de estos debe de ser de forma moderada, evitando el consumo de ultra procesados, según establece la OMS.

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